Los viernes son de dos tipos: los springbreakers por naturaleza, exaltados en su sandez, dispuestos a suponer divertida cualquier torpeza, cuaquier excentricidad, la menor atrrocidad; también los hay que nacieron en Francia y que husmean interminablemente una colilla de cigarro. Son los viernes que no salen y que son,. extrañamente, más perversos.
El eterno retorno tiene la posibilidad redentoria imprevista de convertir a un suicida --figura vergonzante y desprovista de glamour, a quien entregamos una compasión burocrática y desleída-- en un asesino serial fugaz, inatrapable, implacable, exacto. En todo lo demás, el eterno retorno es casi la prefiguración de la telenovela: una misma historia que se repite y se repite. Recordemos que Nietzsche besó a un caballo con los ojos bañados en lágrimas.
Una vez tuve un sueño premonitorio. Extrañado, vivo inquieto esperando que todas las estupideces que sueño a diario se me vayan a cumplir. Nada diría que así será; nada lo impide.
Friday, January 14, 2005
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